domingo, junio 13, 2004

Hijo del fuego

A veces creo ser yo,

como el hijo de este fuego Heredero de las llamas,

que encendieron el tiempo

Yo, como el señor del vendaval,

Aquel que en busca de decencia, se bautiza.

Bajo el verde del elixir que trasciende la memoria se secciona.

Ostentando vivir en paz.




Soliloquios (matices de mí)

Las señales en declive
Los notas sobre mi espalda
Concebido a vivir en clausura
Mi verdad está opacada en mi voz
¿Quien sabrá oírme?
Es inútil leer a través de mi
Cuando no soy yo el que escucha
¿Quien se repliega cuando yo avanzo?
Distintas formas de sentirse vacío
Otra vez la señal irradia dentro mío

Partes del recuerdo

Bajo el néctar de este amor
Se deshojan mis memorias adolescentes
El despertar de mis pasos cobija tus ambiciones
Encantando la excelsa paciencia ,
Entibiando las huellas, el coraje y la mañana.
Entre la penumbra de un sol interior.
La poesía de uno mismo se desentiende del peligro.

Autopistas

Segundos después, volvieron las visiones
Gaitas rabiosas me inquietaban
Caballos envueltos en fuego, corrían vacíos
La meseta se agrietaba , me mostraba sus raíces
Y las manos de un Dios invalido que se mecía con temor
El cielo mutilaba la confusión en busca de mi